lunes, 13 de julio de 2020

PANCHO IZQUIERDO, EL PINTOR DE LA REALIDAD PERUANA


El Caballo Rojo, suplemento culturalDel  diario Marka, 13/1/85, N° 233

Ibas por la avenida José Gálvez, esa paralela a la Guardia Chalaca que te lleva a La Perla, y te bajabas en La Curva, allí donde estaba esa  cebichería con  su rockola gritando a todo dar y los hombres con sus torsos desnudos bailando entre ellos botellas de cerveza en mano.  A la vueltita no más, en Huáscar, estaba la casa de Pancho Izquierdo hijo, con su linda Ana María, sus gatos: Lenín, Stalin y Trotski y la Anita chica bebita todavía. Escuchabas unos huaynos con el Jorge Acuña y el Toño Muñoz y te subías a la azotea, donde Pancho tenía su taller. Allí te encontrabas con retratos de Ana María, de la Anita,y con esos músicos azules que tanto te subyugaron que hasta les hiciste un poema.

                Pero Pancho se ha mandado para Chaclacayo, y en vez de escuchar a la Mar Brava rugir en el silencio de la noche negra de invierno, te das con el rumor permanente del río Rímac, en esa casa que queda justo al borde del lecho fluvial.

                Pero ahorita estamos en un café de la esquina de Washington e Ilo, conversando de su vida, de su pintura, de sus sueños e inquietudes.

             “Pinto desde niño. Fíjate que cuando era escolar no escuchaba las clases porque me la pasaba dibujando. Pero era un mal alumno en todos los cursos, hasta en dibujo. Después me metí a la Universidad de San Marcos a estudiar letras, educación y derecho. ¡Mandé a la mierda todo! 

En vez de estudiar me metía en las antiguas fondas del jirón Azángaro y allí dibujaba a sus habitúes: los lustrabotas, los mendigos, los borrachos, los locos. Hasta ahora sigo pintándolos, nunca he dejado de hacerlo.

                “No era un aficionado a la pintura: lo que más me interesaba era ella. Es un aprendizaje que hasta ahora continúo, que no ha terminado. Por eso no dejo de pintar en los cafés, tú sabes eso hermano. Todo lo abandoné, lo deje todo por el dibujo (Pancho ha tomado el lápiz y ensaya trazos insconscientemente mientras conversamos).

             “Yo tenía 10 años, cuando pintaba al óleo con colores Rembrandt. Mi dormitorio estaba lleno de cuadros pegados desde esa edad. Hacía copias de todas las láminas que caían en mis manos. Creo que empiezo a agarrar responsabilidad profesional cuando dejo la carrera universitaria y me dedico por entero a pintor. Esto sucede en 1959. Todo lo dejé para dedicarme a dibujar. Incluso ingresé y asistí a una clase y ¡nunca más! Me pusieron modelo de yeso; yo que venía de dibujar niños, viejos, gente viva. Una clase y ¡nunca más! Siempre en las fondas y en mi casa dándole a la pluma, al lápiz, a los pinceles.

              “Después empecé a viajar por el Perú, pero siempre ligado al pueblo. Pintaba, en cada sitio que llegaba, sus personajes populares…Viajes que duran siempre…desde allí nunca he dejado nuestro país ni de dibujar en las calles. La calle siempre ha sido para mí un taller importantísimo. Actualmente son los microbuses. Yo dibujo mientras viajo en el micro, es una continuidad de los cafés”.

EL FAMOSO CHINO-CHINO

Un día el Pancho estaba en el bar sin nombre que queda frente al bar Palermo (no quiere que mencione su cuadro del Palermo donde estamos todos, antes de que ese café cambiara de faz), y cuando se suscitó un impase, Pancho le increpó al dueño: “¡chino, chino!”, repitiendo incesantemente esa frase. Desde allí el Chino-Chino se llamó Chino-Chino.

              “Alcancé a ver a Cordero y Velarde, el loco que siempre lanzaba su candidatura presidencial, y que andaba vestido de presidente con tongo y con medallas, al estilo de Manuel Prado. Yo tengo dibujos de él", dice Pancho, y empezamos a hablar de Humareda y del cuidado que le brinda Ivette.

                Los recuerdos retornan a San Marcos.

             “Son años de acercamiento concreto a la clase –dice-; preparo mis primeros volantes gráficos de las luchas obreras, de los cuales no me queda ninguno, pero sé que hay una persona que los guarda.

           “Para 1961, viajo a Europa. Con lo más importante que me encuentro allí es con el poeta Javier Heraud y allí le hago ese apunte que se publica en su libro; vivimos tres meses juntos con Javier.

            “Yo pintaba solo en París. Quise presentarme en la Escuela de Bellas Artes de París, pero costaba un ojo de la cara y al final la cosa era igual que acá. En esos días de deambular dibujando siempre en los cafés, que es donde hice el apunte de Heraud, me encontré con un personaje de la gran puta, Paúl Escobar, quien en el ´65 muere peleando con Luis de la Puente.

               “En fin, en cuanto a experiencia pictórica importante que recoger fueron los museos. No me interesó ni me interesa ahora Europa, ni París, ni cojudeces.

                “Estando en Moscú me ofrecieron una beca para Leningrado por cinco años. Yo me vine a Ayacucho, al Perú, a América Latina que era lo importante. Extrañaba más mi jirón Azángaro, y las calles de París no me interesaban, ni el Moulin Rouge, ni todas esas huevadas.

              “Ahora interiorizo en mis personajes bien, han pasado 25 años. Cuando yo me vengo al jirón Azángaro y a la Casona de San Marcos, me había pasado tres años internado en el Colegio Militar y un año en la Infantería del Ejército. Entonces encontré la libertad, la sopa criolla y el tacu-tacu de a cuatro soles, en el popular “Chico”. Era la época del “Pacharaco”.

                “Dicen que todos mis colores son tristes.  Sí, hubo una época muy triste  en mi pintura hace unos años atrás. Ahora trato de dar más vida a mis colores y lo que con ello quiero lograr es que el espectador piense; algo así como los ex hombres de Gorki. Pero para mí siempre se han impuesto los grises y aún mis dibujos son tristes. La línea curva, no trabajaba la línea recta. Ahora sí mi lenguaje es dramático, no sensual”.

ACERCA DE LA FORMACIÓN PICTÓRICA

“Cuando comencé pintaba de todo, especialmente el semifigurativo. Pero nunca dejé el realismo. Me cuesta seguir pintando con mi posición, siempre me ha costado, pero yo nunca he creído en estilos ni en ismos. He pintado lo que he visto, lo que he vivido. Mis personajes los he sacado de la vida real, esos gramputas existen.

                “A veces busco mis personajes por distintos lugares, pero en los cafés, que son sinónimos de libertad, siempre están ellos. Pero te cuento una cosa, volviendo a lo de los microbuseros. Antes padecía mucho mentalmente porque tenía que venirme desde Chaclacayo a Lima en micro; pero ahora subo adrede, porque en ellos hay cientos de personajes. Ahora los micros son mi taller. Allí están los niños en ese taller y ¡qué pena carajo!, los he vendido.

“Falta tiempo para dibujar; es tremendo. Como que sucede que también se te presentan los más lindos motivos: la gente de mierda que para mí son los reyes”.


HABLANDO DE LOS MURALES

Pancho está pintando un par de murales en el local del Sindicato de Enfermeras y enfermeros del IPSS. Yo conocía los de la Universidad Nacional de Educación de La Cantuta, el del Palacio de Justicia del Callao, el de la Cooperativa Huando y el del Colegio Bartolomé Herrera. Hablamos sobre el muralismo.

                “Yo siempre he querido hacer mural, pero si no hay una corriente, es muy difícil que haya muralismo. Los que hacemos mural somos apenas pequeños intentos. Ni existe un movimiento que impulse este tipo de pintura en el país. Los pocos murales que hay son labores esforzadas de unos cuantos y nada más. Si existiera una corriente podríamos hablar de desarrollo.

                “Yo tengo tres vertientes principales en mi pintura. Primero, siempre pintaré los personajes de bares, de esta onda existe ya toda una colección del Chino-Chino, toda adquirida. Segundo, mi familia, mi mujer, mis hijos, son motivo permanente de mi obra y los pinto con gran cariño y gratitud a Ana María; también todos adquiridos. Tercero, la vertiente fundamental, a la clase obrera. Después de 25 años de pintar campesinos, puedo asegurarte recién hoy, que estoy haciendo lo que puedo llamar una pintura obrera. No sólo de lucha, también pinto sus amores, sus costumbres, sus casas, sus platos.

                “En Bellas Artes estaba enseñando mural y ¡me fue una mierda! Enseñé dibujo y teoría del color. No había infraestructura y si falta de interés del alumnado y nada de apoyo institucional. Estudiantado de Bellas Artes que está mirando a Miraflores, a las salas, pero antes a París, primero que nada.

                “Quiero decirles a los jóvenes pintores que nosotros somos sólo un atisbo de lo que ellos tiene que ser. Que el Perú todavía no ha sido plasmado con plenitud en el arte. Que la literatura nos lleva ventaja. Que siempre hay que recordar que el arte va de lo particular a lo universal. Pero no nos pongamos doctores, hay que pintar al PERU, así con mayúsculas y punto, ¡carajo!

                “No hay que ser un cabrón en la vida para no ser un cabrón en la pintura. Me quedo con Katty Kollwietz, alemana que realizó grabados de la clase obrera de 1915 a 1945. Con Picasso, primera época, la realista; con Gross, Isidro Nanell, Van Gogh, Goya, por supuesto pues hermano, y uno se olvida de otros tromes, pero que son pocos.

                “Te decía que la literatura está por encima de la pintura, porque la plástica ha sido una cabrona de la burguesía y del mercado, mientras que la literatura ha estado y está ligada al pueblo."

INDAGACIONES SOBRE UNA PINTURA NACIONAL

“Ahora preguntémonos: ¿existe o no una pintura nacional en el Perú? Los pocos realistas estamos luchando para que exista. La burguesía llama pintura nacional a lo existente, porque los pintores han nacido en el Perú. Pero una pintura abstracta, sin raíces, no lo es. Pintor Nacional era Goya. Acá lo es Sabogal. Para mí hay tres pintores  peruanos: de Sabogal a Sérvulo y de Sérvulo a Humareda. De gran importancia también lo es el autodidacta Urteaga. Pero mejor es no seguir mencionando a más porque uno se olvida. Ah, hay un cuarto pintor, Félix Revolledo Herrera, expulsado de Bellas Artes por ser un magnífico profesor, muy querido por sus alumnos. Acusado de terrorista, está ahora preso en Lurigancho”.




Compartimos este hermoso poema
de Pancho Izquierdo, gracias a la gentileza por el envío :




"MI TALLER"
-Del poemario "De pena y candela" de Francisco Izquierdo López-

A estas alturas del camino
en que la voz y la palabra son un peligro
para el que habla,
y más doloroso es obedecer al silencio
que es casi como gritarse uno mismo,
desde este mi pequeño taller
desde este mi vasto dominio
me dirijo a ti, aprendiz de pintor.
Porque si tienes sensibilidad,
si tienes talento
si tienes ya el oficio,
comprenderás que
aquí,en el taller todo es pasión
que el taller es un carro de combate
y también un cofre de ternura.
Aqui se desborda el sentimiento,
el taller es "la gota de rocío que siendo
tan pequeña encierra el cielo la tierra y el río".........

Mas si en el taller esta el crear, los materiales, el trabajo, debes comprender
que la creación también está en la calle,
que la belleza no se inventa,
ella va caminando mano a mano...de a pie
junto con la vida.

Como en la gota de rocío,en el taller
están campesinos de todas las regiones,
obreros marchando con sus banderas,
el mozo, la gitana, el bar, los amigos
el paredón de Juan Gonzalo.
Junto a la puerta está el rostro
de una muchacha huamanguina,
me mira,
me advierte, no bajes la guardia pintor.
Están los apuntes de tanta gente...
Son ya sesenta años dibujando,
Javier Heraud sigue sentado en su café de Paris,1961
venirse a morir....a convertirse en río.
En un dibujo enmarcado modestamente, la vieja
vendedora del jirón Azángaro,
el cargador del mercado
los afiches, las exposiciones
Vallejo y Georgette....
El mar, el cielo, Humareda pintando, su libreta de apuntes.
Al fondo del palermo Martín Adan
y los golondrinos como la lluvia pasan, como las nubes
como la neblina pasan,
en su marcha incansable tras lo justo.
Por todo esto late en cada cuadro mi corazón.
Porque mi taller no es torre de marfil
porque mi taller refleja la realidad
porque creo que la creación esta en la calle,
que el pintar del pintor es cosa de muchos
que esto de pintar es aliento colectivo
me reafirmo entonces y digo;
que la creación está en la calle
en la quebrada de Vicos, en su cielo,
en la aldeita perdida, en el viejo eucalipto.
La creación nace
junto al gorrión que se cayó del nido,
al lado de los geranios,
en las manos de los obreros de la construcción
En eso del salario no me alcanza,
en la niña que me enamoro un día
por la cañada, junto al río, ladeando su sombrero....
La creación está en el momento en que se cruzan las miradas de los mineros
¿nos matarán mañana?
En la marcha de los maestros
en el reclamo
en el rumor de la muchedumbre, en su inquietud
En la soledad del caminante, en la casa arrasada
en el Warma Kuyay de Jose María.
La creación está en el quipe de la campesina,
en sus aretes, en sus ojos.
En la gorra de los albañiles, en la mezcla tres por uno,
en las viejas fondas del medio pelo
en la papa en tumecida junto a los pies del campesino.
en la voz de los pájaros
en el canto de Margot.
La creación esta en Sérvulo
"La pintura es para los machos, no te olvides".
Está en aceptar o negar,
reír o llorar, esconderse o luchar.
La creación está en el ojo del pintor
si es que no esta solo
si tiene el ojo del rocío
si es que su corazón puede amar
si no tiene el alma miserable.... Si es amado por la novia, o
si en su soledad de artista
ama a los humildes de su patria
con esa soledad de multitudes
que algún día comprenderas,
que no se te haga tarde.

La creación es un acto de amor
a la vida
a las gentes
a todos los eucaliptos
a Van Gogh
a su oreja
a los caminos
al viento
al susurro del río
a Goya
al grito de los pobres
a la gota del rocío. 
La creación esta
en todo aquello que no puedo mencionar

en este poema.


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Francisco Izquierdo, artista plástico peruano
Programa Presencia cultural




1 comentario:

  1. Y si de cualquier número de el Diario de Marka, volvemos a ver, el Suplemento Cultural Dominical ¿ El Caballo Rojo ? ¿ O la primera página de El Diario de Marka?

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