domingo, 27 de diciembre de 2020

Vallejo: retrato de un intelectual revolucionario[1]

 Vallejo: retrato de un intelectual revolucionario[1]


 

Julio Carmona[2]

 

Recibimos la honrosa invitación de escribir para este homenaje a César Vallejo, coincidentemente con el inicio de unos bocetos a lápiz que preceden a la realización de un retrato escultórico suyo que hemos emprendido. Si para la plástica se trata de trabajar con materiales objetivos espaciales que permitan captar el carácter, la personalidad, el temperamento del 'modelo', tratándose de Vallejo toda esa impronta es indesligable de su identidad revolucionaria, de ahí que estas líneas no sean sino extensión de aquel boceto.

Recordamos que alguna vez, en un conversatorio en torno a Vallejo precisamente, tratábamos la relación que hay entre poética y política. Y se nos hizo la atingencia de que al hacer la incisión clasista en la poesía se tiene que incidir en el problema ideológico. Y este –se argumentó– complica el trato con la poesía. Por ejemplo –se dijo– cómo tratar la ideología y la política en la poesía de Vallejo cuando se sabe que su primera producción tiene una 'visión metafísica' y toda su obra, en conjunto, aspira a la "felicidad del hombre".

A la afirmación de que 'la primera poesía de Vallejo es metafísica' queremos por profilaxis exonerarla de estar vinculada con la fórmula elaborada por Enrique Chirinos Soto: Vallejo, "un poeta metafísico y cristiano". Y hacemos la concesión considerando que, así como la ideología, la metafísica tiene distintas comprensiones. Con todo, hay que precisar que lo decisivo para nosotros no es tanto determinar esa acusada proyección metafísica de su primera poesía (que, recordémoslo, el propio J. C. Mariátegui relevó). Lo importante es destacar que esa proyección metafísica (o 'empresa metafísica', como la llama Mariátegui) responde a la concepción ideológica de 'lo indígena', a la visión del mundo del campesinado. Y de ningún modo a una ideología metafísica en abstracto. Precisándose así el carácter de clase (campesino) en su itinerario creador, que no contradice (en un sentido de oposición antagónica) a su producción posterior de un carácter de clase proletario, sino que imbrica –contradictoriamente– dentro de ese 'ascenso infinito' –de que habla Engels–, de lo inferior a lo superior (sin jerarquizaciones castrenses), para configurar aquello que se exaltaba como su "aspiración a la felicidad del hombre". 

Y en esta última propensión va implícita una previa Idea del hombre, que tampoco ha de verse como una ideologización de la humanidad en abstracto. Vallejo, en todo momento –incluido el de su primera poesía– se encarga de especificar su parcialidad, enrolándose en la causa de los pobres: "Ver a los pobres" –dice en Los heraldos negros– "y llorando quedos/dar pedacitos de pan fresco a todos. / Y saquear a los ricos sus viñedos". Esa decantación es característica de su personalidad poética. Y es selectiva de lo humano. Incluso cuando pide a los obreros de España pelear "para que los señores se hagan hombres". No lo hace por identificación con esos "señores" o porque los esté integrando en su concepción de la humanidad positiva. Contrariamente, los "señores" son excluidos de esa concepción porque no son hombres en el sentido integral de la palabra. Y hay que precisarlo: Vallejo, cuando escribe o siente eso, ya es marxista, Por tanto, su idea del hombre responde a una visión clasista. Idea diferenciadora ésta que en su libro El arte y la revolución desarrolla así:" ¿Quiénes son todos los hombres sin excepción? En esta acepción entran individuos cuya vida se caracteriza por la preponderancia de los valores humanos sobre los valores de la bestia".

Es, pues, una idea política. No necesariamente de carácter doctrinario, es decir, que esté cumpliendo consignas de un partido. Aunque, indirectamente, responda a un espíritu de partido. Porque toda concepción del mundo –como precisa Lenin– "implica de alguna manera el espíritu de partido y obliga, en toda apreciación de los acontecimientos a situarse directa y abiertamente en el punto de vista de un grupo social determinado". Y Vallejo –es obvio decirlo– se sitúa directa y abiertamente en el punto de vista de los explotados.

Para el marxismo –y es así como debe entenderse su humanismo– la lucha contra la injusticia social conlleva no solo el objetivo de redimir a los explotados. Ese objetivo también incluye a los explotadores, a la humanidad toda: la humillación del esclavo es exponente de la indignidad del esclavista. Mas como esta es una lucha política, tiene que partirse de realidades y no de abstracciones. La lucha por la humanidad en abstracto no debe obnubilarnos de luchar por las clases explotadas en concreto en este momento de la prehistoria que es la sociedad actual. De tal suerte que la humanidad se liberará de sus taras actuales cuando cese el impulso revolucionario que tiende a transformarla.

Y este impulso revolucionario –en frase de Mariátegui– "no puede declinar sino con la realización de sus fines". Y su fin inmediato es la liberación de las clases oprimidas: la conquista no solo del pan, sino de todas las complacencias del espíritu para los pobres.

Pero 'los pobres', el pueblo, la "humanidad de base", como decía Vallejo, no es tampoco una unidad cerrada. En esa idea básica hay también rasgos, aspectos específicos, grupos, clases en una palabra, que pudiendo tener intereses sociales comunes se diferencian por sus intereses económicos, y, fundamentalmente, por sus perspectivas políticas. Esas clases conformantes del pueblo para el análisis marxista son la clase obrera, el campesinado y la pequeña burguesía. Y aquí, entonces, corresponde definir ubicar la filiación clasista de Vallejo.

Esta filiación, sin lugar a dudas –testimoniada no solo por su práctica ciudadana, como militante comunista, sino también reflejada en su obra artística, teórica y doctrinal– se identifica con el proletariado, con la clase obrera consciente. Y es importante señalar que cuando los marxistas hablan de ideas de clase no solo se refieren a las ideas que en un momento particular puedan tener miembros particulares de una clase particular, sino aquellas ideas que corresponden a los verdaderos intereses y necesidades a largo plazo de esa clase.

Hay, entonces, en Vallejo no solo una identificación con la causa del proletariado, de la clase obrera consciente, sino además una subordinación de su integridad de intelectual revolucionario de los intereses de esa clase. No como una imposición externa. Sí como un deber de conciencia. Del mismo modo como la concebía Mariátegui, quien con Vallejo conforman lo que debemos llamar la base de la cultura nacional popular peruana. "Estas líneas de saludo –escribía Mariátegui al Congreso Obrero– no son pauta sino una opinión. La opinión de un compañero intelectual que se esfuerza por cumplir, sin fáciles declamaciones demagógicas, con honrado sentido de su responsabilidad, con su deber".

Creemos que un retrato del intelectual revolucionario que fue César Vallejo solo será completo si se consideran los múltiples aspectos de su teoría y su praxis, tal como ellas fueron y no como se quisiera que hubieran sido. Y fundamentalmente en su relación con la lucha de clases que es un hecho evidente, ineludible, insoslayable y que Vallejo, como todo marxista, nunca consideró que se pudiera obviar.

"En el actual período social de la historia, por la agudeza, la violencia y la profundidad que ofrece la lucha de clases, el espíritu revolucionario congénito del artista no puede eludir, como esencia temática de sus creaciones, los problemas sociales, políticos y económicos. Estos problemas se plantean hoy con amplitud y exasperación tales en el mundo entero que penetran e invaden en forma irresistible, la vida y la conciencia del más solidario de los eremitas. La sensibilidad del artista, sensible por excelencia y por definición, no puede sustraerse a ellos. No está en nuestras manos dejar de tomar parte en el conflicto, de uno u otro lado de los combatientes. Decir, pues, arte, y más aún arte revolucionario, equivale a decir arte clasista, arte de lucha de clases. Artista revolucionario en arte implica artista revolucionario en política".

César Vallejo

 



[1] CÉSAR VALLEJO: AL PIE DEL ORBE, Artículos y poemas en Homenaje al primer centenario de su nacimiento (1892 – 1992), selección y prólogo de Néstor Tenorio Requejo. Primera edición, abril de 1992.

[2] Publicado inicialmente en El Diario, 17-4-88.

No hay comentarios:

Publicar un comentario