PINTURA REALISTA DE FANNY PALACIOS IZQUIERDO.
18
agosto, 2019
Por
Diario UNO
Fanny Palacios Izquierdo es presidenta de la Asociación Amigos de José Carlos Mariátegui, (Casa José Carlos Mariátegui), la labor intelectual que cumple es múltiple, diversa, permanente y fecunda. Pero sobre todo es una pintora con un sello personal realista inconfundible. Nos recibe en su taller, un aroma de rosas frescas inunda el ambiente. Sin embargo, es mucho más persistente el olor a pintura fresca. Fanny Palacios tiene la convicción de ser una artista en plena madurez de su talento. Se define como una mujer comprometida con el tiempo histórico que le ha tocado vivir.
—¿Qué
significa ser pintora en el Perú?
—Respirar
nuestras raíces para impulsar su siembra y florecer. Es una deuda con nuestra
sociedad, así se asume una ardua y hermosa tarea. El artista es fruto de su
tiempo y conciencia social.
Descendemos
de grandes culturas, heroicas y valientes con una riqueza única de color,
poesía, amaneceres, atardeceres y de puestas de sol de todos los siglos. Mi
compromiso es resaltar la belleza como conmoverme y denunciar la crueldad e
injusticia.
—¿Cuál
ha sido el comportamiento de la crítica con tu pintura?
—No
existo para la crítica oficial y menos académica. Es que mi pintura es crítica,
expresa indignación y lucha. No adulo, increpo, expreso rebeldía, fuerza y
dolor. La élite cultural es ciega, ignorante, aboga por un arte evasivo,
indiferente, peor si se trata de una mujer. Soy contestaría. No hay
espectadores ni críticos respecto a la pintura de una mujer.
—¿Quién
ha definido mejor tu pintura?
—La
crítica habla bien si se cae en un juego adulador y mercantilista de pintar con
colores suaves y gustos mediocres, escribirán miles de páginas. Pero si es un
arte humano sensible, que golpee, haga reflexionar y desafíe a encarar la
pobreza y desigualdad, te dan duro, pero en medio está la belleza y dignidad
humana.
—¿Por
qué las galerías no promueven a pintoras?
—Estamos
invisibilizadas, no hay la tarea de reivindicar el trabajo de la mujer. Hemos
sido tratadas como seres no pensantes, fuimos brujas quemadas en la hoguera.
Las pocas galerías no auspician a una mujer porque no es un buen negocio.
—¿Cómo
es que a pesar de todo hay grandes artistas, intelectuales, científicas y
grandes luchadoras?
—Se
debe a la persistencia, lucha y valentía, ellas rompieron los esquemas y
enfrentaron al machismo operante del Estado y pareja que las mantuvo sometidas.
Las
mujeres se agrupan y realizan exposiciones y solo así somos invitadas por el
“Día Internacional de la Mujer”, el “Día de la no Violencia Contra la Mujer”.
Después no existimos.
Las
mujeres no tenemos igualdad de oportunidades. Pero hay que continuar bregando y
luchando conjuntamente con los varones, para la sociedad atrapada en el
neoliberalismo aprenda qué es una sociedad igualitaria.
—¿Cómo
defines tu pintura?
—Una
pintura realista, expresionista, tosca, trabajada con fuertes espatuladas como
descarga de lucha, coraje y alegría. Creo y tengo fe en los hombres y mujeres
que creen en un mundo mejor. Pinto para expresar belleza e indignación, soy
testigo de tanta maldad e injusticia del tiempo presente.
¡Cómo
no conmoverse ante la mirada de los niños de Siria, Palestina, Haití, que
lloran sangre hasta calar los huesos! Pinto con los colores que me conmueven,
retuercen mi ser y vientre, muchas veces con los rojos sangrantes, otras veces
con amarillos fuertes y luminosos.
—¿Hay
algún crítico que haya definido mejor tu pintura?
—Críticos
no, pero sí poetas, escritores y pintores. En realidad, no hay crítica de
pintura, nos hace mucha falta personas que conozcan su oficio
—¿Cómo
catalogarías a las nuevas mujeres pintoras?
—Como
las nuevas gestoras de una sociedad nueva, valientes, reivindicadoras, que a
pesar de todas las dificultades siguen adelante y enarbolan en lo más alto la
dignidad y el compromiso con la sociedad.
—¿Cuáles
son las más importantes?
—Tenemos
a grandes referentes como Julia Codesido, Cota Carvallo, Tilsa Tsuchia, Etna
Velarde, etc. En la actualidad, destacan Sonia Estrada, Diana Mendoza y otras
jóvenes de excepcional talento.
—¿A
qué se debe que a la vez seas una artista ideologizada?
—Todo
ser humano posee conciencia social y sensibilidad. No puede ser ajeno ante
tanta injusticia y crueldad de quienes dominan el mundo, nos avasallan,
proclaman las guerras, nos llenan de improperios y manipulan la sociedad. Tengo
el deber de protestar, revelarme y pronunciar desde mi pintura para aportar,
aunque sea con algo para el cambio a una vida mejor.
—¿Qué
piensas de los intelectuales ajenos al drama social y humano? Entonces, ¿esa
conducta tuya define tu pintura?
—La
actitud de indiferencia es indignante de parte de quienes dicen tener
conocimiento y sensibilidad a flor de piel, pero no es verdad. No contribuyen
en la formación de seres humanos sensibles. Me indigna porque trafican con el
género para escribir una poesía baladí o narrativa vacua, que al final
significa solo indiferencia. No ven o no quieren ver la realidad tal cual es.
Hay una intelectualización servil y fría, no defiende la vida. La indiferencia
y el silencio son los más feroces cómplices en defensa del sistema y el status
quo. A mí no podrán callarme.
—¿En
qué medida está presente en tu obra Francisco Izquierdo Ríos?
—Es
un permanente referente intelectual. Se trata de un escritor autodidacta que
supo recoger en su literatura el drama humano de los seres humanos más
vulnerables. Su narrativa se ubica en la selva peruana. Sin él la literatura
peruana sería incompleta.
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